viernes, 4 de enero de 2008

24 diciembre

Como una cortina blanca, en la noche, que era fría, nos separaba.
Apenas dio un paso y un frágil movimiento pidiendo permiso para acercarse.
Antes, en el coche frente a nosotros, otra negativa.
Ni siquiera se acercó, no pretendía molestar, sólo ofrecer lo único que podía ofrecer.
Todo lo llevaba en una pequeña bolsa pegada al pecho y unos pañuelos que sostenía con su mano derecha.
Como una cortina blanca, en la noche, que era fría, todo nos separaba.
Tras la ventanilla del coche, pudimos verle, intentaba calentarse las manos con su propio vaho.
Llamamos su atención, se acercó a nosotros, ofreció todo lo que podía ofrecer y nos felicito la nochebuena.

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