A veces coincide con una despedida, otras, mientras lees una carta, y en todas ellas te sientes repleto de emoción, esta vez coincidió con un viaje.
Cuando cruzamos la frontera lo hicimos en coche, era media mañana y no fueron tanto mis prejuicios, como las habladurías de las que tanto había oído, lo que me hizo extremar la cautela y mirar con desconfianza a los conductores que me iba cruzando, no tardé muchos kilómetros en deshacerme de ese tópico, tan injusto y prepotente.
Fue mientras contemplaba Lisboa, era de noche y el albergue estaba en la entrada del estuario, el viento soplaba fuerte y era difícil andar, pero la temperatura era agradable, tanto, como para quedarme un momento apoyado en la baranda de la terraza, imaginé tiempos de conquistas, de guerras, revoluciones, se puede decir que en un minuto repasé parte de la historia de Portugal, y la otra me la inventé.
El viaje fue largo y encontrar alojamiento complicado, tanto, que casi rozó la desesperanza, pero ya estábamos más tranquilos.
Las luces agolpadas dejaban su reflejo en el mar, el resto era oscuridad, una oscuridad benévola, para dejarse envolver, y así lo hice, me dejé envolver por la oscuridad, el mar y una ciudad: Lisboa. Me excusé diciendo que el viento me la había arrancado,
pero en realidad fue la intensidad del momento la que me obligó a descargar
tanta emoción en forma de lágrima.
martes, 25 de septiembre de 2007
lunes, 24 de septiembre de 2007
sin garantía
No vamos a engañarnos, esto no es El Corte Inglés,
no voy a dar ninguna garantía de calidad a nadie y no voy a devolver el dinero si no quedas satisfecho, creo que es mejor así, sin esperanzas y sin miedos.
no voy a dar ninguna garantía de calidad a nadie y no voy a devolver el dinero si no quedas satisfecho, creo que es mejor así, sin esperanzas y sin miedos.
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